
Mi mundo comienza a derrumbarse.
Mis inseguridades comienzan a dispararse.
De acuerdo, jamás hemos hablado. No me perteneces, y quizás jamás me pertenecerás.
¿Era necesario hacérmelo entender enamorando a mi mejor amiga?
Fue un golpe bajo, incluso aun sin saber nada de mi.
Siento que entre tú y yo hay un inmenso muro blanco, que bloquea todo mi sistema nervioso y lo convierte en algo menos estable de lo que de por si es. Es impenetrable, tú no deseas que llegue hasta ti.
Y esto duele.
Porque me siento despreciada.
Porque bajas mi ya de por si pisoteada autoestima.
No hay en quien apoyarse. Todos desconocen esto que produces en mí. Este aleteo en el estomago, estas incontrolables e innecesarias ganas de tenerte en la mira siempre, de vigilarte.
Eres mi canción, la canción que debo cantar toda mi vida.
Eres una historia que ha sido empezada a escribir, aunque nunca ha sido terminada.
Eres mi total opuesto.
Sueños desvanecidos en una quimera de sentimientos van revolviendo el escrupuloso orden al que he establecido cada acontecimiento de mi vida diaria.
Esto fue inesperado e imprevisto.
¿Cómo quieras que me sienta?
Has convertido a una flor en basura; has derrocado al rey corazón; has acabado conmigo.
Gestos, palabras. Ni una sola mirada me diriges a diario.
Y yo, intentando como puedo, recojo cada trozo de felicidad intentando recuperarlos uno a uno.
Me has arrebatado mi vida.
¿Era eso lo que deseabas, o tan solo deseabas vengarte?
Las palabras se ahogan en mi garganta, a veces incluso antes de ser pensadas.
Verso esclavo, aléjate de mi.
Entonces, supongo que verme así te hará sentir importante.
Me has demostrado en incontables ocasiones la insignificancia que represento en tu vida. ¿Por qué seguir luchando?
No seguiré alimentando tu ego.
Estoy cansada de parecer invisible ante tus ojos, estoy harta de sentir a mis ojos vulnerables al llanto cada vez que tu nombre se cola en alguna conversación, o cada vez que pasas por un lado, revolcando mis sentimientos.
Volviéndome a asfixiar.
Cuando suspiras, vuelo.
Cuando callas, muero.
Cuando gritas, espero.
Inmortalidad tan mortal, ¿Qué clase de muerte te espera?
Invulnerabilidad tan vulnerable, ¿De que manera te haré llorar hoy?
Hoja de un árbol, caída en primavera. Fruta madura aun colgando del árbol. Así de extraña me siento.
Y es que yo no puedo ser yo misma.
Porque me perdí en tus ojos, porque me perdí en tu alma. Porque me perdí de tal manera de la que ya no puedo salir de ti. Porque quiero ser egoísta, porque quiero tenerte solo para mi.
Pero basta.
Basta de soñar cosas imposibles.
Basta de imaginar que algún día podrás quererme.
Basta de abrirme heridas cada vez mas profundas.
Y veo el ocaso con un terrible dolor en mi zona abdominal.
Ahí, del lado izquierdo. Donde se supone, que del tamaño de mi puño, hay un órgano que cada segundo me hace seguir viviendo.
Pero es imposible que esto sea llamado vida.
Hay demasiado dolor, demasiado sufrimiento.
Hay demasiadas lagrimas cayendo de mis ojos imposibilitándome ver el futuro.
Mi flor se marchita, lentamente, mientras el mundo deja de tomar importancia.
Todo da igual, querido.
Que hagan conmigo lo que deseen, solo no me alejen demasiado de ti.
Porque aunque esta casi muerto, mi corazón sigue latiendo.
Aunque sean efímeras, las esperanzas aun siguen de pie.
La alegría ha hecho maletas, y ha partido a un viaje aventurero del que no se sabe si regresara. Adiós alegrías, me despido agitando el pañuelo blanco en el puerto, recuerden de escribirme cada tanto tiempo.
Solo tú lograras hacerme sentir mejor.
Pero ahora estas tan ocupado besándote a escondidas con ella, que no dudo que no siquiera lo intentaras.
Jamás te enamores, me advirtieron. No hice caso, y aquí estamos. Yo sufriendo, y tú amándola en silencio. Porque temes perderla a ella, y te da igual si yo me marcho. Porque anhelas un te quiero de sus labios, y te es indiferente si pronuncio aquellas dos insufribles letras.
Partidario del infierno, que viniste a torturarme, tu misión ha sido cumplida y puedes marcharte cuando desees.
Pronto.
¿Podrás realizar esa minima acción por mí?
Mi alma esta cansada, sucia, desgastada. Estoy cayendo por un abismo imperial, y allí arriba, en aquella torre del piso 26, tu rostro deformado en una maquiavélica sonrisa.
Márchate espectro.
Quiero que dejes de torturarme.
Eres bueno para hacerme sufrir.
Perfecto para encontrarme un defecto.
Eres todo para la nada.
Eres palabras en el silencio.
Te temo, te admiro, te quiero.
Afuera, una nebulosa de incógnitas se va formando.
Y yo sigo cayendo; pareciera que esto no tuviera fin.
Oscuridad, mi vieja amiga, se viene a reencontrar con mi desesperanza.
La muerte, disfrazada de enemiga, no desea pasar a saludarme.
Y tu, tu simplemente debes alejarte.
Hazlo, porque quiero odiarte.
Aborrezco con energías comenzar a llorar, y volver a llorar por ti.
No lo vales, e intento convencerme de ello.
Pero te amo, y lo demás deja de importarme.
Te amo, y es una maldición cargar con el peso de esas dos palabras.
Seguiré soñando, seguiré imaginando un mundo viviente de solo colores.
Seguiré pensándote, impregnándome de tu recuerdo venenoso que mata mi alma.
No puedo parar, eres peor que cualquier estupefaciente.
Aunque tú estés con ella, ella te quiera, y yo la quiera a ella, jamás podré darme por vencida.
Te amo, aunque sea tan improbable de que sientas lo mismo.
Te amo, porque adoro tus ojos revoloteando juguetones cuando la miras.
Te amo, y aunque ella se enoje, tú te opongas, y yo sufra, no podré cambiar eso jamás.